04 agosto 2006

24 horas

Son casi las 11 de la noche de un viernes, frío, pero igual a cualquier otro viernes.
Me pongo a escribir esto sin saber que quiero decir hoy, solamente me siento y escribo lo que va saliendo.

Hoy a la tarde me puse a pensar un poco en que llevo una vida casi a contramano del mundo, a ver si logro resumir un poco como es un día.

Lunes, como anoche estuve en el bar hasta las 6 y llegué a mi casa a las 7, me levanto a eso de las 2 de la tarde con el siempre repetido grito:
-Levantate de una vez que ya está la comida y abrí esa ventana que no se aguanta el olor a alcohol que hay ahí adentro-

Me siento en la mesa despeinado, ojeroso, con la garganta a la miseria y tratando de recordar que pasó anoche. Como dos o tres bocados, nada más, cuando me levanto no tengo hambre.
Después algo de música, raramente televisión o casi siempre algún libro, preferentemente de historia.
A eso de las cinco me como todo lo que hay en la heladera, una hora después estoy durmiendo: siesta de 6 a 9.

Me vuelvo a levantar, una ducha de agua bien caliente al principio y bien fría al final, un poco de vida social y al bar de nuevo.
Llego al centro a eso de las 22:30, voy al cyber a ver los mails y el blog, entro al bar a las doce en punto, me fijo las caras que hay, saludo a los conocidos, recojo alguna botella tirada en el piso o abandonada en alguna mesa.

-Contá la cerveza que queda y hacé la caja- Le digo a mi compañero, el barman de poca altura, anunciándole el fin de su turno y el comienzo del mío.

Una vez que termina, hago lo mismo; recuento cervezas y dinero y me hago cargo del bar.
A la una suelo servirme el primer whisky de la noche, más tarde quizá alguna cerveza negra o lo que ese día se me ocurra.
A las cuatro y media aviso que no vendo más; a las cinco y media ya no hay nadie entonces limpio el bar.
Una vez que terminé suelo sentarme detrás de la barra, en el piso, a tomar algo y escuchar la buena música que no pude poner porque seguramente algún idiota se iba a quejar. Se preguntarán porqué me siento en el piso; la verdad es que no se, lo hice una vez y desde entonces se ha repetido cada noche.

Después a cagarse de frío esperando el ómnibus, solamente para que mañana todo vuelva a suceder...

7 comentarios:

Alicia dijo...

El cruel hastío de la rutina.
Que sin invitarla golpea nuestra puerta, se sienta en nuestra mesa, toma del mismo vaso, se sienta vigilante en la cama: para asegurarse que ningún sueño arruine sus planes. Planes de arrastrarnos sin piedad por toda la oscuridad que encuentre a su paso...

Si me permite la intromisión, creo que se sienta en el piso porque se siente "a salvo" sólo por un instante.

Nos visita a varios a la vez, y no parece existir nada que la aleje...

Mr Montoto dijo...

Iba a poner "La Pucha Que Vale La Pena Estar Vivo", y lo puse.

Celeste Sánchez Goldar dijo...

Bueno, entonces yo tambien: La puta, que vale la pena estar vivo.
Dije puta, esta bien?

LOLA dijo...

DEBE TENER MUCHA HISTORIA ESE SITIO DETRAS DE LA BARRA (CUANDO YA NADA QUEDA!!)NO PENSO EN SUBALQUILARLO?
SALUDOS, ESTIMADO BARMAN

Cale dijo...

Y yo pregunto, ¿Hay otras personas que tengan vida? ¿Qué la rutina no les hastíe?

Anónimo dijo...

Y la rutina es parte de la vida, no se puede vivir sin ser rutinario, de una forma u otra somos rutinarios, el tema es no aburrirse y cuando se aburre se cambia de rutina, aunque sea ir por otra calle al trabajo, ya es un cambio, no???
Saludos desde Neuquen!!!!!

Anónimo dijo...

Y la rutina es parte de la vida, no se puede vivir sin ser rutinario, de una forma u otra somos rutinarios, el tema es no aburrirse y cuando se aburre se cambia de rutina, aunque sea ir por otra calle al trabajo, ya es un cambio, no???
Saludos desde Neuquen!!!!!