Son casi las 11 de la noche de un viernes, frío, pero igual a cualquier otro viernes.
Me pongo a escribir esto sin saber que quiero decir hoy, solamente me siento y escribo lo que va saliendo.
Hoy a la tarde me puse a pensar un poco en que llevo una vida casi a contramano del mundo, a ver si logro resumir un poco como es un día.
Lunes, como anoche estuve en el bar hasta las 6 y llegué a mi casa a las 7, me levanto a eso de las 2 de la tarde con el siempre repetido grito:
-Levantate de una vez que ya está la comida y abrí esa ventana que no se aguanta el olor a alcohol que hay ahí adentro-
Me siento en la mesa despeinado, ojeroso, con la garganta a la miseria y tratando de recordar que pasó anoche. Como dos o tres bocados, nada más, cuando me levanto no tengo hambre.
Después algo de música, raramente televisión o casi siempre algún libro, preferentemente de historia.
A eso de las cinco me como todo lo que hay en la heladera, una hora después estoy durmiendo: siesta de 6 a 9.
Me vuelvo a levantar, una ducha de agua bien caliente al principio y bien fría al final, un poco de vida social y al bar de nuevo.
Llego al centro a eso de las 22:30, voy al cyber a ver los mails y el blog, entro al bar a las doce en punto, me fijo las caras que hay, saludo a los conocidos, recojo alguna botella tirada en el piso o abandonada en alguna mesa.
-Contá la cerveza que queda y hacé la caja- Le digo a mi compañero, el barman de poca altura, anunciándole el fin de su turno y el comienzo del mío.
Una vez que termina, hago lo mismo; recuento cervezas y dinero y me hago cargo del bar.
A la una suelo servirme el primer whisky de la noche, más tarde quizá alguna cerveza negra o lo que ese día se me ocurra.
A las cuatro y media aviso que no vendo más; a las cinco y media ya no hay nadie entonces limpio el bar.
Una vez que terminé suelo sentarme detrás de la barra, en el piso, a tomar algo y escuchar la buena música que no pude poner porque seguramente algún idiota se iba a quejar. Se preguntarán porqué me siento en el piso; la verdad es que no se, lo hice una vez y desde entonces se ha repetido cada noche.
Después a cagarse de frío esperando el ómnibus, solamente para que mañana todo vuelva a suceder...
04 agosto 2006
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7 comentarios:
El cruel hastío de la rutina.
Que sin invitarla golpea nuestra puerta, se sienta en nuestra mesa, toma del mismo vaso, se sienta vigilante en la cama: para asegurarse que ningún sueño arruine sus planes. Planes de arrastrarnos sin piedad por toda la oscuridad que encuentre a su paso...
Si me permite la intromisión, creo que se sienta en el piso porque se siente "a salvo" sólo por un instante.
Nos visita a varios a la vez, y no parece existir nada que la aleje...
Iba a poner "La Pucha Que Vale La Pena Estar Vivo", y lo puse.
Bueno, entonces yo tambien: La puta, que vale la pena estar vivo.
Dije puta, esta bien?
DEBE TENER MUCHA HISTORIA ESE SITIO DETRAS DE LA BARRA (CUANDO YA NADA QUEDA!!)NO PENSO EN SUBALQUILARLO?
SALUDOS, ESTIMADO BARMAN
Y yo pregunto, ¿Hay otras personas que tengan vida? ¿Qué la rutina no les hastíe?
Y la rutina es parte de la vida, no se puede vivir sin ser rutinario, de una forma u otra somos rutinarios, el tema es no aburrirse y cuando se aburre se cambia de rutina, aunque sea ir por otra calle al trabajo, ya es un cambio, no???
Saludos desde Neuquen!!!!!
Y la rutina es parte de la vida, no se puede vivir sin ser rutinario, de una forma u otra somos rutinarios, el tema es no aburrirse y cuando se aburre se cambia de rutina, aunque sea ir por otra calle al trabajo, ya es un cambio, no???
Saludos desde Neuquen!!!!!
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