28 septiembre 2006

Molestos

Algunos de los personajes que más me molestan entre los clientes del bar son mujeres.
Con los hombres es fácil, cuando joden demasiado salgo de la barra y los "invito" a retirarse.
Hay varios tipos de molestos en el género masculino; el que se hace el lindo con todas, el que siempre pide descuento, el que grita y sobreactúa a cada rato, el que se la da de malo y pesado, etc.
En cambio hay mujeres que rayan la estupidez y hasta la indignidad; la que toma hasta desmayarse, la que se acuesta con cualquiera a cambio de un poco de merca, la que hace escenas de celos, la que te das cuenta que ya está totalmente perdida y con la cabeza volada y muchas otras.

El lunes estaba atendiendo la barra de abajo cuando aparece una impresentable que suele venir seguido con un tipo al que le hace pagar toda la noche; esta vez estaba con un par de amigas y con un tipo igual de impresentable que todas ellas, un pelado que frecuenta el bar hace muchos años y fue bautizado "diario mojado" porque no se le entiende nada de lo que dice, es muy incómodo hablar con él porque está siempre tan borracho que no se le etiende una palabra.
Pero yo estaba hablando de la impresentable que estaba con él: Llega a la barra y, con toda confianza, me pide que le regale una cerveza. Por supuesto que ni me tomé la molestia de contestarle, me senté en mi banqueta, tomé de mi vaso sin dejar de mirarla y seguí hablando con un amigo que había ido a visitarme.

-Bueno, entonces poné algo de Sumo- Interrumpió y obtuvo como única respuesta una mirada despreciativa.

-Dale loco, entonces algo de Los Redondos- Insistía y, para peor, con tono de orden.

-Porque no te dejás de romper las pelotas, ridícula- No pude contenerme y dije.

-Uhhhh que amargo que sos. Poné algo de los Stones- Parece que no acusaba el golpe y seguía insitiendo.

-No- Si hay algo que me molesta es que pidan otra cosa cuando estoy poniendo Led Zeppelin.

-Bueno, dame una cerveza-

-No, dejate de joder, andate a tu casa porque no te aguanto y me estás amargando la noche-

Luego de una serie bastante extensa de putadas y amenazas la impresentable y sus amigas se fueron, no sin antes dejar dormido en la mesa al tipo que había llegado con ellas, que fue prolijamente y sin despertarlo levantado y depositado en la vereda a unos cuantos metros del bar, no sin antes sacarle el celular y la billetera para que no se los roben. Encima que me joden los tengo que cuidar! Despues dicen que soy malo...

20 septiembre 2006

De nuevo al bar...

Siempre es difícil volver a trabajar al bar luego de una semana de descanso, pero bueno, nada es eterno y mi economía ya está sufriendo la faltante de tantos días sin trabajar.

Dentro de una hora tengo que abrir el piso de arriba que, a decir verdad, es el lugar que menos me gusta del bar ya que no puedo ver la calle ni poner música, lo único bueno que tiene es que cierro temprano y me puedo ir a dormir.

Seguramente será un miercoles como todos. Abro a las 12, no sube nadie hasta las 12:30, a esa hora aparece el Barman de Poca Altura y tomamos una cerveza negra, a la una llega El Ebanista con su mochila repleta de quejas contra el mundo y su garganta sedienta de burbujeante cerveza Bieckert Africana (puajj!!!!), un rato después aparecerá Carlitos a tomarse algo antes de salir para algún prostíbulo barato, luego llegará Miguel contando su pena de amor por la novia que lo dejó, ojalá venga el Yaya, ahora sin blog.
A eso de las 2:30 subirá El Viejo a fumar un cigarrillo y saludar, nunca se queda más de diez minutos; llegará tambien el Santi en un estado deplorable y se irá cuando ya no pueda caminar,; quizá venga el Barman del Otro Bar a sacarme cerveza gratis, vendrá Billy que la verdad es totalmente intrascendente, El Rengo que no se por que pero le tengo desconfianza y un montón más de personajes de la fauna autóctona del bar.

Y seguramente un montón de impresentables e indeseables que me amargarán la noche de una u otra forma.

19 septiembre 2006

Carpeta médica

Quienes asistieron este fin de semana al bar se encontraron con la ingrata sorpresa de mi ausencia. Ya me han llegado las quejas de que no los dejaron fumar, que la cerveza no estaba bien fría y miles de mentiras más que dicen tratando de adularme.

Mañana ya estaré nuevamente en condiciones de atender el bar asi que volverán a contar con mi preciosa cara detrás de la barra. Eso si, por un tiempo se van a salvar de que les robe su bebida para tomar gratis.

Y para terminar con las adivinaciones y/o chimenterío barato daré la verdadera versión sobre mi enfermedad, que ha sido tema de discusión el sábado según cuenta el Yaya. Es verdad; lo que me aqueja es una terrible enfermedad que vino del norte: Un maldito ají mexicano resultó demasiado picante para mi paladar argento y me llenó la boca de ampollas.
Así que lo siento, seguiré en este mundo molestando un rato más hasta que algún día ascienda al cielo de los borrachines.

12 septiembre 2006

El Barman de Tenebroso Apodo

La verdad es que no me acuerdo de la noche en que lo conocí. Seguramente fue una de las primeras veces que fui al bar, cuando tenía mis jóvenes 18 años y el poder entrar a un lugar así a pedir bebidas alcohólicas nos hacía sentir mayores.

Ya había formado una relación basada en charlas sobre música o trabajo con el Barman de apodo felino pero al otro no lo conocía. Una noche que me quedé hasta la madrugada (al comienzo mis concurrencias al bar eran por la tarde) conocí al Barman de Tenebroso Apodo. Con el tiempo empezamos a hablar, aunque él nunca fue de hablar mucho.

Quizá un poco más joven que ahora aunque la verdad parece que está igual, que el tiempo no pasó; seguramente lo que en realidad sucede es que yo también me puse un poco más viejo y por eso lo sigo viendo igual.

Es un tipo extraño, puede pasar de la sequedad absoluta a la simpatía extrema en la misma noche con sólo unas cervezas de diferencia. Sus borracheras son fácilmente reconocibles porque inmediatamente se despeina y se le da por escuchar flamenco. Podés hacerle cualquier cosa menos tomar de su vaso, que es diferente al vaso del resto y que en realidad es mío aunque él sostenga lo contrario. Obsesivo por el funcionamiento del bar, cuando no trabaja me manda mensajes de texto para saber como anda todo (en su lugar haría lo mismo).

¿Y a que viene este post? Tiene varias causas, la primera es que dicho personaje es fundamental en la existencia del bar, sería imposible pensar al bar sin él. Otra causa es que, como todo personaje de dicho lugar, tarde o temprano tenía que aparecer por aquí. Y la tercera es que hace unos días le dí la dirección de este blog para que pase y no quiero que piense que me he olvidado de él.

Cuenta la leyenda que una noche, bailando esta canción sobre la barra, el Barman de Tenebroso Apodo se cayó y rompió el vidrio de una heladera. Repito que es leyenda porque yo no estaba, a mi me lo contaron y no puedo decir que sea cierto.

04 septiembre 2006

El viejo

Allá por el año 1998 entré por primera vez al bar como cliente, luego de unos cuantos meses de ir todos los días logré que el barman de ese entonces me saludara, un tiempo después nos hicimos amigos y el me hizo entrar en lo que más tarde llamamos el "elenco estable" del bar, un grupo de borrachines con delirios intelectualoides y demasiada sed que bebíamos a precio de costo y sin restricciones horarias (privilegio que aún se mantiene).

Para hablar de un número podríamos decir que dicho "elenco" era de aproximadamente diez personas que intentaré recordar: No se puede dejar de nombrar en primer lugar al Barman con Apodo Felino, al Barman de Tenebroso Apodo muy joven por entonces, el profesor de teatro parecido a un actor yanqui, el porteño que fue colectivero luego barman y nuevamente colectivero, el barman que se fue a vivir a Europa, el gordo con la novia cantante que hoy factura un montón y algunos otros que la verdad no puedo recordar en este momento.

Pero hay uno que merece un mención especial, uno que es el único personaje indispensable del bar y al que hace mucho le debía un post:

Pelo canoso y algo largo, casi hasta los hombros. Ojos claros que no suelen verse. Pantalón y campera de jean, camisa a cuadros y zapatillas de lona. Debe andar pisando los 60 años.
Todos en el bar lo han visto, todos saben quien es pero casi nadie lo conoce. Todos pueden decir que es el viejo que se sienta en la punta de la barra y se toma casi una botella de whisky por noche; que fuma mucho y que siempre está dispuesto a quedarse hasta el final.
Otros, que saben algo más, podrán contar que inventó un ficticio partido político de tendencia anarquista, que es fanático de Belgrano y que le gusta escuchar a Jaime Ross cantando La Hermana de la Coneja aunque nunca se aprendió la letra.
Los pocos que hemos compartido mucho tiempo de charlas con él, tanto dentro como fuera del bar, sabemos un poco más; que trabajó más de veinte años en una planta procesadora de uranio (algunos opinan que es la radioactividad la que le permite tomar tanto sin emborracharse), que estudió ingeniería allá por los ´70 y que, como todo el que pensaba, tuvo que escapar para salvar su vida; que escribe cuentos que nunca publica y rara vez presta para que alguien los lea y miles de cosas más que se saben y las que no sabemos y algún día queremos conocer o no.

Cientos de páginas gastaría hablando de él y no llegaría a que lo conocieran en lo más mínimo, el viejo sigue siendo un personaje que vale la pena conocer personalmente.

Definitivamente en el bar deberíamos iniciar una campaña para declararlo personaje ilustre.

02 septiembre 2006

Para arriba

Hay clientes del bar que se van para arriba. Estos ya tienen video.

01 septiembre 2006

Cosas de la internes

Ayer a eso de las cuatro cerré la barra de arriba y me fui a saludar a mi amigo El Dueño del Otro Bar que me invitó un whisky de bastante mala calidad.
Como no pensaba seguir tomando eso, a la mitad del vaso me fui poniendo de excusa que llegaba el camión con la cerveza en cualquier momento y yo tenía que pagarle.
Volví al BAR a eso de las cinco, abrimos una cerveza con el Barman de Tenebroso Apodo y, cuando iba por la mitad, un cliente me llama y me dice que alguien quiere conocerme.

Veo una joven señorita que me mira y me dice:

-Vengo a invitarle una cerveza negra. Soy Alabama-

Antes de irnos cada uno por su lado tomamos unas cervezas hablando de estos blos que hay en la internes.
Los clientes del bar virtual van pasando al bar real y me parece fantástico.